Una propuesta de evaluación en el aprendizaje mediado por TIC

Una de las principales inquietudes que se nos presentó a los docentes en el 2020, fue sobre la evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje de nuestros estudiantes, dada la mediación tecnológica que sostuvo la continuidad pedagógica en el marco de la pandemia por Covid-19.

Más que nunca, se evidenció la necesidad de pensar a la evaluación como un proceso, cuyo enfoque más que una calificación como resultado, fuera una retroalimentación con valoraciones cualitativas y cuantitativas, que nos permitieran construir una reflexión sobre el desempeño de cada uno de nuestros alumnos durante un período determinado, basada en evidencias, es decir, fundamentada.

El carácter público de la evaluación

Uno de los desafíos de la no presencialidad fue la necesidad de estar comunicados y que esta comunicación sea clara y precisa.

En este sentido, al pensar una propuesta de trabajo, así como planificamos el tema, las actividades y los recursos, debemos construir también desde el inicio, los criterios con los cuales se evaluará. Realizar planillas donde registrar los seguimientos, los avances, los logros obtenidos y las oportunidades de mejora de nuestros estudiantes y compartirlas con el estudiante y su familia, es una buena forma de transparentar el proceso.

La evaluación como retroalimentación

Si bien la mediación tecnológica deslocaliza el lugar y, en algunos casos, el tiempo en los cuales se producen los intercambios con nuestros estudiantes; es posible confeccionar instrumentos de evaluación que permitan un registro que transparente el proceso educativo y se convierta en una guía para nuestros estudiantes y en un soporte para el docente.

Así, si pensamos en una propuesta de participación a través de foros, cuestionarios, documentos colaborativos o la presencia del estudiante en las clases sincrónicas; podemos confeccionar una planilla que registre las participaciones en términos de si participó o no. Aunque esta información no implica la apropiación del contenido por parte del estudiante, si se convierte en una guía que permite identificar a aquellos que no están conectando con la propuesta; identificarlos nos permitirá acercarnos para conocer los motivos y realizar los ajustes necesarios.

En una segunda instancia, se podría verificar el porcentaje de participación en las tareas, como guía para conocer en qué medida nuestros estudiantes están respondiendo al planteo de una actividad. Este registro tampoco se referirá a datos cualitativos sobre el aprendizaje, pero permitirá reconstruir la trayectoria del estudiante y agregar instancias de participación si fuera necesario. (por ejemplo, para un estudiante que manifestó baja participación en términos cuantitativos pero muy buenos en términos cualitativos, se podría generar una actividad extra para confirmar que hay una apropiación de saberes que se condice con lo relevado)

Por último, un tercer aspecto sobre la evaluación es el cualitativo, que medirá la comprensión y apropiación del estudiante sobre los contenidos trabajados a partir de sus producciones en cada una de las intervenciones. Las tres instancias, permitirán evaluar la participación y el aprendizaje del estudiante.

Según el nivel del curso y el criterio del docente pueden agregarse otros criterios como la respuesta en tiempo y forma, las fundamentaciones o argumentos utilizados, manejo de las herramientas, entre otras.

Establecer los porcentajes mínimos necesarios para la aprobación de participación, conexión y respuesta a las propuestas; será una guía para estudiantes y familias que les ayudará a transitar este proceso.

La evaluación como instrumento valioso también para el docente

Registrar la participación de nuestros estudiantes y la calidad de sus intervenciones de acuerdo a lo esperable, nos permite a los docentes reflexionar sobre nuestras propuestas y ajustarlas en caso de ser necesario. 

Al mismo tiempo, estaremos asumiendo la evaluación como proceso donde cada día cuenta, permitiendo al estudiante acceder a una valoración continua de su proceso de aprendizaje, lo cual también le permitirá gestionar sus posibilidades.

En resumen, realizar una retroalimentación en distintos puntos de la propuesta, será una acción valiosa tanto para el arte de aprender, como para el arte de enseñar.

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